domingo, 15 de abril de 2012

Capítulo V: Un trapo fumador

Se hizo el silencio. Don Tomás la miraba, levantando las cejas y esperando una respuesta, y ella se quedó paralizada mirando su diario.  Se puso roja de vergüenza. Entonces  miró hacia el camarero y disimuló con una sonrisa mientras cerraba el libro.
— Nada — dijo ella — un viejo libro que encontré por casa.
— Entiendo — murmuró el camarero con sorna — te dejo que leas ese “viejo libro”.
                Don Tomás sabía que le había, pero no se lo tomó mal. Supondría que sería algún asunto íntimo de Vanessa. Ella, tras un resoplido de alivio, continuó leyendo.  

jueves, 5 de abril de 2012

Capítulo IV: Desayuno cordial

Al día siguiente se levantó pronto, con los primeros rayos del sol que entraron por la ventana que ayer dejó abierta. Y con dolor de espalda, por dormir en una mala postura. Le costó mantenerse en pié al principio, estaba acostumbrada al vaivén del barco y recién levantada aún creía que seguía en alta mar.